Desde el
abismo obscuro
donde avizoro
la luz,
hasta
el desenlace grave,
soledad,
nos acompañas.
Rueca,
huso, cartabón,
como tijera
afilada,
magnitud
del cruel destino,
eres
el cómo y cuándo.
Herida
lacerante,
desamparo,
abandono,
desolación
humana
frente
al cosmos gigantesco.
Ordinaria,
aterradora,
nunca serás
colectiva.
Acompañante
obligada,
obscuridad,
frío y silencio.
Terror
en el accidente,
tortura
que nos secuestra,
amargo
sabor de boca,
soledad
acompañada.
Fracasada
virtual,
que
canjea la compañía
del
más cálido abrazo
por
resplandor de pantalla.
Eternamente
buscada,
que
con tu encuentro propicias,
crecimiento
y reflexión,
por el
espíritu inquieto.
Condición
afortunada
de
libertad ejercida,
que se
busca y se defiende
como
triunfo sin igual.
Encabezado
famoso,
conocido
del lector,
en los
Cien Años de Gabo
y el
Laberinto de Paz.
Eduardo Sánchez
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