Luneta
Cuanta magia guarda el patio ese
espacio peculiar
giros sin fín, que entre
sueños infantiles armaban un maratón
cuando el banco de taller era
nave reluciente, submarino misterioso
y trebejos oxidados los anhelados juguetes.
Nunca acababa la fiesta solo
el garaje nocturno invadía la intimidad
alegría, fin de semana, descalzos
y enjabonados restregábamos sus lozas.
Domingos entre familia,
rechinido de columpios, alboroto con los perros
el humo del asador con olores
exquisitos esparcidos por la casa
bajo la sombra del árbol que
nos contempló crecer
cruza el umbral la goleta que
llega al puerto gustosa de su navegar ligero.
Preámbulo de la casa donde el
viento se une al canto de las palmas afinadas
por donde el sol entre cocos
ilumina el crepúsculo estival.
Pláticas interesantes, risas
inundan la tarde con fragancia de café
mezclado con el de tierra cuando acaba de
llover
plantas que se renuevan de inmediato dando
flores
satisfechas, ataviadas con un
color singular
moscos que pican las piernas no entorpecen la ocasión.
Domingos de cumpleaños regocijo
de los niños cuando rompen la piñata
noches inolvidables con sus
mesas bien vestidas, iluminadas con cera para recibir amigos
guarda un secreto rincón donde se observa la
luna, cuantas noches en silencio con ella hemos platicado
quedan millones de historias
que en el patio acontecieron, cada una es un poema que nos hace respirar.
Eduardo Sánchez